La Cripta Gaudí
Patrimonio Mundial de la UNESCO
Breve historia
En 1898, Eusebi Güell, destacado industrial y mecenas de las letras y las artes catalanas, encargo al arquitecto Antoni Gaudí el proyecto de una iglesia para la colonia textil que había fundado en el municipio de Santa Coloma de Cervelló en 1890.
Durante los años siguientes, Gaudí realizó varios estudios previos que culminaron en una maqueta de la iglesia instalada en un pabellón ubicado en el mismo cerro donde se levantaría el edificio.
Finalmente, en 1908 se inicio la construcción del templo. Sin embargo, el ambicioso proyecto, que preveía una iglesia con dos naves, inferior y superior, rematada por diferentes torres laterales y un cimborio central de 40 metros de altura, quedaría inacabado.
En 1914, la familia Güell comunicó a Gaudí que no seguiría financiando las obras en curso y este abandonó el proyecto. En noviembre del año siguiente, el obispo de Barcelona bendecía la nave inferior, la única que se llegó a construir, hecho que motivaría que la iglesia fuese llamada popularmente cripta. Entre 1915 y 1917, un nuevo constructor cerró la nave superior con muros de ladrillo y tejados de uralita.
Obra capital
A pesar de quedar inacabada, la iglesia supone un punto culminante en la obra de Gaudí. Esta edificación incluye, por primera vez de forma unitaria, la practica totalidad de sus innovaciones arquitectónicas.
De esta manera, en la iglesia hallamos ya los arcos de catenaria que, al mismo tiempo que simplifican el problema de las cargas, determinan el uso de muros exteriores con forma de paraboloides hiperbólicos.
Al mismo espíritu integrador se deben el tratamiento dinámico y fluido del espacio interior o los mecanismos de fusión del edificio con el medio natural -los distintos niveles de las naves se adaptan a la pendiente del cerro y los materiales son de colores y texturas similares a los del suelo y la vegetación-
Todas estas aportaciones constituyen originales soluciones que responden a la voluntad de síntesis entre planteamiento estructural, técnicas constructivas y formas arquitectónicas, pero que también se enriquecen con el valor estético y simbólico de los elementos puramente ornamentales
Artes aplicadas
Además de primordiales innovaciones arquitectónicas y constructivas, la iglesia de la Colònia Güell incluye también numerosos ejemplos del dominio por parte de Gaudí de las artes aplicadas, tanto en lo que se refiere a los elementos del mobiliario como a los puramente ornamentales.
De esta manera, cabe destacar las dos conchas marinas procedentes de Filipinas que realizan la función de pilas de agua bendita. Sobresalen, así mismo, los bancos con reclinatorio colocados circularmente alrededor del altar mayor. Esta peculiar distribución es posible gracias al espacio único de la nave, cuya fluidez queda realzada por la iluminación procedente de los ventanales.
De diferentes tamaños y con vidrieras de diseño floral, los ventanales incorporan, por la parte exterior de la iglesia, trencadís ornamental y mosaicos de simbología religiosa. Una simbología que también aparece en el porche de entrada, donde además del mosaico de vidrio y cerámica situado sobre el portal, con referencias a la Santísima Trinidad y las virtudes cardinales y teologales, hallamos cruces en cada una de las bóvedas.
Materiales
Uno de los elementos más relevantes de la iglesia es la variedad de materiales empleados: piedras basálticas y calizas, ladrillos cerámicos y requemados, escoria de fundición, cerámica, vidrio y diferentes tipos de mortero. Si bien puede parecer un conjunto bastante heterogéneo, su uso concreto demuestra la genialidad de Gaudí cuando se trata de sintetizar las necesidades constructivas del edificio con sus aspectos ornamentales y simbólicos.
En este sentido, los materiales de las diferentes columnas del porche y la nave inferior sirven tanto para obtener la resistencia adecuada a la carga que sujetan en cada caso como para dar a ambos espacios un ritmo dinámico y polivalente.
De la misma manera, los ladrillos y los residuos de fundición de los muros exteriores no sólo cumplen una función constructiva sino que, gracias a su textura tosca y a su color terroso, también integran la iglesia con el medio natural que la rodea. Estos materiales, además, se ajustan al carácter religioso de la obra: son requemados y esto significa que la iglesia ha sido purificada por el fuego, tal y como corresponde a todo lo que se ofrece a Dios.
Maqueta polifunicular
Para llevar a cabo las originales soluciones concebidas para la iglesia de la Colonia Güell, Gaudí tuvo que inventar un nuevo método de proyección arquitectónica: la maqueta polifunicular. Gracias a ella, se obtenía una versión visual invertida en 3D de un proyecto que difícilmente se podía representar en los tradicionales planos de dos dimensiones.
El funcionamiento de la maqueta era el siguiente. En un tablón donde se había dibujado la planta de la iglesia se colgaban una serie de cuerdas en los puntos correspondientes al cruce de los muros o al nacimiento de las columnas. A continuación, en el otro extremo de las cuerdas se añadían sacos de perdigones que, al llevar cargas proporcionales al peso real, generaban las curvas de los arcos correspondientes. Una vez definida la estructura del edificio, se forraba la maqueta con papel para obtener las bóvedas y los muros.
Por último, se fotografiaba la maqueta y se realizaban ampliaciones sobre las que Gaudí dibujaba directamente esbozos de las soluciones definitivas de los alzados interiores y exteriores de la iglesia.
Paraboloide hiperbólico
Una de las principales innovaciones de la iglesia es la introducción, por primera vez en la historia de la arquitectura, de las superficies con forma de paraboloide hiperbólico, utilizadas tanto en los muros como en las bóvedas que unen los arcos del porche.
De gran dinamismo y plasticidad, el carácter inusual de estas superficies radica en el hecho de que son curvas pero, al mismo tiempo, regladas, generadas a partir de las rectas que se trazan entre dos aristas no paralelas. En el caso del porche, además, los paraboloides hiperbólicos permitieron crear bóvedas que son a la vez cóncavas y convexas. Una fisonomía sorprendente que Gaudí recalcó con trozos triangulares de azulejo que marcan tanto las parábolas curvas como líneas rectas.
Como es habitual en buena parte de la obra de Gaudí, la aparente complejidad formal de estas soluciones arquitectónicas respondía a un método constructivo harto sencillo. Bastaba con crear una estructura con tablones de madera que correspondían a las líneas rectas a partir de las cuales se generaba la superficie curva del paraboloide hiperbólico.
Restauración
Promovida por el Consorci de la Colònia Güell y financiada por la Diputación de Barcelona, el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Fomento, la restauración de la iglesia fue proyectada e iniciada por el SPAL (Servei del Patrimoni Arquitètonic Local) de la Diputación de Barcelona bajo la dirección del arquitecto Antoni González Moreno-Navarro.
La intervención responde a la necesidad de recuperar el valor original de la obra de Antoni Gaudí. En este sentido además de las habituales tareas de recuperación y protección, se ha procedido a eliminar los elementos añadidos después de que Gaudí abandonase la obra y que la desvirtuaban.
Por otra parte, se pretende finalizar una obra inacabada. Un objetivo que contempla tanto el remate formal -coronación de los muros exteriores interrumpidos- como funcional, hecho este último que implica una reordenación de los accesos: se ha creado un nuevo eje de entrada que, en vez de conducir al visitante hacia la escalinata no realizada de acceso a la nave superior, lo encamina hacia el portal de la inferior y, tras cruzar el porche, hacia unas nuevas escaleras que suben a la terraza de la planta superior.